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Capacitación y asistencia técnica a empresas
Programa “Empresas Familiares de Éxito - EFEX” 2024
CASO DE ESTUDIO

Protocolos que trascienden generaciones: La apuesta estratégica de 4 empresas para no desaparecer

Roles claros, conflictos gestionables y sucesiones planificadas: el legado de un programa intensivo de 90 días.
CLIENTE
Promperú
LUGAR
Lima
AÑO
2024
El desafío:
Cuando la familia es el activo... y el riesgo
En Perú, el 90% de las empresas son familiares, pero solo el 15% sobrevive a la tercera generación. Para micro y pequeñas empresas, el reto es aún mayor: la informalidad en la toma de decisiones, los conflictos emocionales no resueltos y la falta de planes de sucesión las condenan a desaparecer. En 2024, un aliado estratégico del ecosistema empresarial identificó que, aunque el 73% de sus empresas vinculadas eran familiares, ninguna contaba con un protocolo familiar documentado. El objetivo era ambicioso: en solo 90 días, sentar las bases de gobernanza en 4 empresas, convirtiendo tensiones en herramientas.
"En Perú, el 90% de las empresas son familiares,
pero solo el 15% sobrevive a la tercera generación"
La estrategia:
Transformar conflictos en estructura en tiempo récord
El programa combinó capacitaciones intensivas y asistencias técnicas personalizadas, adaptándose a realidades donde lo "emocional" y lo "corporativo" chocaban diariamente:
Capacitaciones:
Bases para un gobierno corporativo sólido


En sesiones focalizadas, se abordaron temas críticos como gobierno corporativo, sucesión accionaria y cultura organizacional, priorizando casos prácticos sobre teoría. Aunque el tiempo limitado impidió profundizar en dinámicas complejas, las familias aprendieron a identificar brechas críticas: ausencia de indicadores de desempeño, roles ambiguos para parientes políticos y falta de transparencia financiera.
Asistencias técnicas:
Diseñando hojas de ruta personalizadas


Las asistencias técnicas enfrentaron desafíos únicos en cada empresa. En el sector construcción, los conflictos familiares alcanzaron su punto crítico cuando un miembro reconoció, durante una sesión, que su rol gerencial superaba sus capacidades emocionales, requiriendo una reestructuración inmediata de responsabilidades. La agroindustria, por su parte, lidiaba con una desalineación entre su operación diaria y su visión a largo plazo, donde la falta de indicadores claros generaba tensiones entre los accionistas. Mientras tanto, las empresas de productos orgánicos y servicios enfrentaban retos en la profesionalización de equipos y la integración de nuevas generaciones, exponiendo brechas entre tradición y modernidad. En todos los casos, el protocolo familiar emergió como herramienta para convertir vulnerabilidades en planes accionables, respetando la confidencialidad de cada dinámica interna.
Resultados:
Cuatro historias, un mismo punto de partida
El éxito del programa se midió por la elaboración y firma de cuatro protocolos familiares, documentos que establecieron las primeras reglas claras para gestionar futuros desafíos. Cada protocolo, único en su enfoque, logró:
  • Definir roles basados en competencias, priorizando habilidades técnicas y emocionales sobre vínculos sanguíneos.
  • Instituir mecanismos formales de resolución de conflictos, reemplazando discusiones improvisadas por votaciones estructuradas.
  • Establecer criterios objetivos para la incorporación de nuevos miembros, incluyendo requisitos formativos y evaluaciones preliminares.
La firma de cada protocolo fue, en sí misma, un acto transformador: familias que antes evitaban hablar del futuro ahora tenían un mapa escrito para navegar desde sucesiones hasta crisis financieras. No hubo métricas de rentabilidad inmediata, pero sí un logro intangible: el fin de la improvisación como norma
Legado:
Cimientos para un futuro estructurado
La elaboración de los protocolos familiares no marcó un final, sino el inicio de un camino hacia la madurez corporativa. Estos documentos, más que un requisito, se convirtieron en herramientas de diálogo para abordar temas que antes se consideraban tabú: desde la sucesión hasta la distribución equitativa de responsabilidades. Para las empresas participantes, el verdadero legado reside en la capacidad de transformar tensiones históricas en oportunidades de crecimiento, sustituyendo la improvisación por procesos claros y consensuados.

El aliado estratégico y las familias aspiran a que estos protocolos sirvan como brújulas adaptativas, revisables ante cada cambio generacional o giro del mercado. La esperanza es que, con el tiempo, las nuevas generaciones encuentren en ellos no un conjunto de reglas rígidas, sino un marco para equilibrar tradición e innovación. Así, lo que comenzó como un ejercicio de 90 días podría convertirse en la base para que estas empresas no solo sobrevivan, sino que compitan en mercados donde la gobernanza rigurosa es sinónimo de credibilidad y crecimiento sostenible.
Conclusión:
La profesionalización comienza con reglas claras
Este caso demostró que un protocolo familiar no es un documento más: es la herramienta clave para convertir empresas familiares en organizaciones competitivas y sostenibles. Al definir roles basados en competencias, mecanismos de resolución de conflictos y criterios transparentes para sucesiones, las familias no solo protegen su legado, sino que ganan credibilidad ante inversionistas, clientes y mercados internacionales.

El mayor beneficio es intangible pero transformador: la paz de saber que el negocio sobrevivirá a las crisis, desde divergencias generacionales hasta cambios abruptos en el mercado. Para empresas donde el apellido es el principal activo, este servicio no es un gasto, sino la inversión que evitará que el legado se convierta en una carga. La pregunta no es si pueden permitírselo, sino si pueden permitirse no hacerlo.